Paseando por las calles del barrio judío de Segovia, encontramos este restaurante tan especial, pequeño e histórico, su decoración és digna de ver, solo por ver la historia que contemplan sus paredes es una buena opción escogerlo para ir a comer.
El lugar curioso y acogedor, en pleno corazon de la juderia segoviana, alejado de las calles principales, en un emplazamiento ideal. Un aire que evoca a tiempos pasados y que le da un toque encantado y diferente.
El tipo de comida es oriental, una fusión entre india y pakistani, y teniendo el toque de las especias que hace que todo esté muy sabroso. La fusión de sabores y texturas es impecable, una de las mejores comidas que pudieras probar, el local es agradable y el servicio muy bueno.
Menu original con tintes serfadíes a precio razonable y, apto tanto para carnivoros o vegetarianos (la mousaka es de lo mas sencilla pero deliciosa), y la atención bastante agradable y personal.
Para el turista que vaya a Segovia. quizás busque probar la comida típica del lugar, pero los que buscan algo más alla, para probar cosas nuevas y diferentes, les recomiendo ampliamente el sitio.